Palabras mayores para un niño grande
Hijo único de un funcionario y un ama de casa, Washington aprendió a leer cuando la mayoría de niños recién comienzan a hablar. A los 4 años, y coincidiendo con su llegada a Lima desde su Cusco natal, ya sentía una atracción hacia la biblioteca del padre. De sus primeras lecturas, el poeta recuerda las narraciones tradicionales quechuas y las novelas de aventuras, como las de Julio Verne y Alejandro Dumas.
A una edad muy temprana, cuando estudiaba en el colegio Montessori, donde era compañero de estudios de Julio Ramón Ribeyro, y posteriormente en el colegio San Andrés, Washington Delgado descubrió la poesía a través de las lecturas de José Santos Chocano, José María Eguren, Amado Nervo o Guillermo Valencia. Pero fue el poeta español Pedro Salinas quien ejercería una poderosa influencia en Washington. No solo gracias a su famoso poemario, La voz a ti debida, sino por la impresión que le causaron las conferencias que Salinas impartió en su visita a Lima. La poesía, entonces comprendió, era sentimiento, pero también podía ser reflexión, como lo planteaba Bertolt Brecht, otro de sus grandes referentes.
En 1955, Delgado presenta el poemario Formas de la ausencia. A partir de entonces publicaría al menos dos libros por década, entre los que destacan Días del corazón (1957), Para vivir mañana (1959), Destierro por vida (1969) e Historia de Artidoro (1987), además de diversas publicaciones en periódicos y revistas.
En paralelo, Washington Delgado desarrolló una brillante carrera académica, principalmente en la Universidad Mayor de San Marcos, donde fue un maestro muy querido y ejemplar. Durante los años de terrorismo, el profesor Delgado no se amilanaba frente a las bombas y los apagones. Simplemente encendía una vela y continuaba la clase.
Washington ejerció la docencia con la misma disciplina y rigor con la que a los 9 años leía el Fausto de Goethe. Palabras mayores para un niño grande que, recién entrado en la adolescencia, podía jactarse frente a sus amigos –aunque probablemente nadie de su edad supiera de qué hablaba- de haber leído el teatro completo de Bernard Shaw. Entonces, su precocidad ya despertaba sospechas, aunque todavía le quedaba mucho camino para convertirse en el gran maestro que llegó a ser.
Washington Delgado Tresierra (Cusco, 26 de octubre de 1927 – Lima, 6 de setiembre de 2003)